Crítica de "Ahora o nunca", dirigida por María Ripoll.

ARTÍCULO POR LYDIA MARTÍNEZ

KEEP CALM Y SIGUE LA FÓRMULA

Título: Ahora o nunca. Director: María Ripoll. Reparto: Dani Rovira, María Valverde, Clara Lago, Gracia Olayo, Joaquín Núñez, Jordi Sánchez, Melody Ruiz, Yolanda Ramos. Distribuidora: Sony Pictures. Estreno en España: 19/06/2015. Puntuación: 3/5.

Sinopsis: Eva (María Valverde, “Exodus”) y Álex (Dani Rovira, “Ocho Apellidos Vascos”) deciden, tras años de noviazgo, casarse en el pequeño pueblo inglés donde tiempo atrás se conocieran. Poco podían imaginar que una huelga de controladores impediría al novio y al resto de invitados reunirse con Eva, desencadenando una serie de acontecimientos disparatados para poder llegar a su destino.


Negar el buen estado actual de la comedia española sería, a estas alturas, ridículo. El espectacular éxito que tuviera el pasado año “Ocho Apellidos Vascos” o, más recientemente, “Perdiendo el Norte”, es sólo en realidad la cúspide de un iceberg que abarca desde “Primos” o “La Gran Familia Española” hasta “El Otro Lado de La Cama”, pasando por “Días de fútbol”, “3 Bodas de más” o, por qué no decirlo, la saga “Torrente”. Todas ellas han servido para regenerar y posicionar en el lugar que se merece a un género castigado por prejuicios y tachado de ser hogar de innumerables clichés. Todas ellas, desde sus diferencias, poseen un nexo en común que, en parte, explica el por qué de su éxito: su marcado (y muy marcado) carácter español. La certeza de que los espectadores, más que ver personajes ficticios, asienten a una representación, al menos parcialmente fiel, de situaciones que ya han vivido o reacciones que ellos mismos tendrían.

Por ello, no extraña que, pese a estar localizada en un pequeño pueblo de la campiña inglesa, “Ahora o Nunca” gane al espectador en sus momentos más castizos y naturales, haciendo gala de un intermitente humor patriótico y, en contra de lo que dicta el refrán, empleando para ello más fuerza que maña. La historia de amor de Eva y Álex mejora con el paso del metraje, sí, una vez descritos y profundizados sus personajes elementales (escogiendo bien directora y guionistas a quiénes y cómo), pero eso no impide recordar su excesivamente lento principio, uno de los principales lastres del filme. 
Comedia de enredos (que no excesivamente enrevesada), “Ahora o Nunca” basa su trama en tres principales líneas de acción (suegros y novio; amigas, suegra y novia; familia de ambos) que, cumpliendo previsiones y también tópicos, dan mucho juego e, inesperadamente, terminan consiguiendo la difícil tarea de equilibrar los momentos más álgidos de la cinta y las carcajadas entre todas. Recae en clichés, sí, pero eso no le impide la tarea de entretener al espectador. No es un ejercicio sólido, pero sí creciente.

Quizá, y como suele pasar en estos casos, buena culpa de ello la tenga el cast. Dani Rovira, llamado a ser el trotamundos de la industria (de San FranJosé California a ese improvisado recorrido por la geografía española, sur a norte, y vuelta a empezar, en “Ocho Apellidos Vascos”, viajando próximamente a tierras catalanas en la secuela de esta), recorre ahora media Europa en un improvisado tour que nos permitirá (re)descubrir, por si alguien aún no lo había comprobado, sus dotes cómicas. Más raro es ver en estas lindes a María Valverde, que sigue el ritmo de su partenaire, aún siendo consciente de que ella no está llamada a ser la verdadera estrella de la función. Poseen una química latente y atrayente, pero su protagonismo es ocasional ante unos variados secundarios que roban planos y escenas. Gracia Olayo y Yolanda Ramos, ambas encarnando roles totalmente opuestos, brillan y nos hacen volver a preguntarnos cuándo alguien realizará una película con ambas como protagonistas. Ríanse (y nunca mejor dicho) de Amy Poehler y Tina Fey, ellas son las auténticas reinas de la comedia.

Con un toque muy british indie, tanto en escenografía como en una banda sonora que hará las delicias de todos los espectadores, “Ahora o Nunca” nos recuerda, aun intermitentemente, que en esto de fórmulas, son muy pocas las excepciones. Los tópicos, tratados con humor, funcionan. Sabemos reírnos de nosotros mismos (y reconocer que al fin y al cabo, por mucho que queramos, eso es lo que nos provoca más carcajadas).

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