Crítica de "Sweet Home", dirigida por Rafa Martínez.


ARTÍCULO POR CRISTINA HERNÁNDEZ

DESAHUCIOS SANGRIENTOS 

Título: Sweet home. Dirección: Rafa Martínez. Reparto: Ingrid García Jonsson, Bruno Sevilla, José María Blanco, Mariona Perrier, Oriol Tarrida, Eduardo Lloveras, Miguel Ángel Alarcón, Luka Peros. Guion: Rafa Martínez, Teresa de Rosendo y Ángel Agudo. Distribuidora: Filmax. Estreno en España: 8 Mayo 2015. Puntuación: 3/5.


Sinopsis: una pareja decide pasar una noche romántica en un edificio semiabandonado. Durante la velada descubren que unos encapuchados han asesinado al único inquilino que quedaba en el edificio… Ahora ellos se convertirán en su nuevo objetivo.


Rafa Martínez debuta en la dirección de un largometraje con "Sweet Home", una cinta donde el realismo se vuelve claustofóbico, terrorífico y gore, muy gore. Ingrid Garcia-Jonsson y Bruno Sevilla protagonizan una desahuciada noche romántica teñida de sangre.

Los fans del terror, del sufrimiento, del sentir claustofóbico, de las sangrías exprimidas bajo el más gore de los factores y aquellos que no se cansen de las mismas premisas para enmarcar las producciones de este género serán los que disfruten de "Sweet Home". Este primer largo de Rafa Martínez engaña en su apariencia: tiene buena pinta, pero no. Quizás, el refrito que puede escogerse de esta cinta, un recordatorio de muchos títulos, de muchas escenas concretas, de una previsibilidad que deja poco a una lógica creativa no hace justicia quizás a un planteamiento bueno pero mal encaminado, fatal guionizado. 

Una trama en torno a un escenario que recuerda a "Rec", "La Comunidad" o "Séptimo", esta última solo por el espacio, y a "Hostel", en cuanto al nivel de brutalidad ultra gore no apta para ojitos sensibles, arranca con unos títulos iniciales que presentan la excusa de las imágenes que se verán a continuación - porque al final poco o nada se liga a la acción -, que hace uso de datos y de un tema de notable (y sensible) actualidad como los desahucios para subrayar que hay un pequeño porcentaje que se llevan a cabo haciendo uso de otras medidas. Y esas medidas, fundamentadas en una brutalidad bárbara, en una debacle sin sensibilidad, en un anonimato que trabaja en pos de la exterminación humana. Una noche romántica, un último cumpleaños, una incoherente celebración en el más cochambrosos de los lugares marca el detonante de una acción que da rienda suelta a una sangriada en la que el trabajo de sus protagonistas intenta salvar esta gélida producción. Quizás, por ello el aprobado es gracias a Ingrid Garcia-Jonsson, porque le pone ganas, porque se hace con un personaje de apariencia frágil pero feroz a la vez, porque regala un desnudo gratuito aún sabiendo que no se salva nadie. 

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