El Teatro Apolo de Madrid acaba de estrenar
“GREASE, El Musical, 50 Aniversario”, deleitándonos con una versión fantástica
del mítico musical que protagonizaban en 1978
el gran John Travolta y Olivia Newton-John.
Con un elenco de actores muy jóvenes, (Y
con mucho talento, he de decir) y una coreografía muy buena, de manos de Jesús
Serrano Alcalde, el director musical.
Lo que más me ha llamado la atención de la obra es la buena localización del idioma que han hecho y las coreografías llenas de color y vitalidad.
Quique Niza y Mia Lardner, que protagonizan
a Danny y Sandy respectivamente, lo bordan encabezando un reparto en el que
realmente, todos los personajes lo hacen fantástico (Especial mención a Rizzo y
Sonny, que me han encantado personalmente). Por otro lado, cabe destacar la
figura del presentador de radio, Vince Fontaine, interpretado por Adrian Lastra
(Galerías Velvet) que aporta un toque cómico a la función, muy divertido.
A lo largo de lo que dura el musical, cada actor está haciendo una actuación perfecta, ya no solo interpretativamente si no vocalmente.
Pero eso no nos hizo impedir disfrutar de la gran puesta en escena, donde puedes ver perfectamente los escenarios míticos de la película, de un modo más moderno y sencillo.
Hay una base que gira en el escenario, que
hace que las transiciones sean sencillas y naturales, aportándoles un pequeño
toque de originalidad, y juntándolo con un juego de luces que juegan mucho con
los focos y queda estupendamente.
En el apartado musical, todos los números están muy cuidados respetando la obra original, e incluso añaden algunas que no se incluyen en la película, como “Freddy, my Love”. Sin embargo, he de decir, en este apartado que la única cosa “mala” que he visto en la obra, y no es culpa ni de los actores, ni de la dirección musical, sino de la acústica. En algunos números, la música reberveraba tanto en las paredes del teatro, que impedían escuchar correctamente a los actores. Pero solo ocurrió en dos o tres canciones nada más, una pena, pues no permitía oír la canción con exactitud.
Aunque por suerte, las
coreografías se podían apreciar igualmente, dando lugar a unas actuaciones muy
complejas y cuidadas meticulosamente que daban lugar a una obra fantástica.
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