Estuvimos en la presentación de "El castellano es un idioma loable lo hable quien lo hable" de Luis Piedrahita

Luis es un aberracionista de las pequeñeces escondidas que convirtió su sección en El hormiguero, en un lugar a dar cobijo a esas rarezas que incluyen la letra pequeña de cualquier cosa que te puedas imaginar. Defiende a esos pequeños seres a los que no se les trata con el respeto que se merecen. Cómico, mago, guionista y escritor, Luis acompañado por Pablo Motos y Forges  presentó ayer en La Central de Callao “El castellano es un idioma loable lo hable quien lo hable”, un libro al que su autor define como el catálogo del museo de los horrores que hay tras la letra pequeña.

La editorial Planeta pone a la venta hoy el libro. Un trabajo sublime que deja claro que la letra pequeña crea gran adicción. Un libro que repasa gazapos, incongruencias, sorpresas y excentricidades que pueden encontrarse en la letra pequeña. 

Y es que la letra pequeña esta por todas partes y suele pasar desapercibida: manuales de instrucciones, folletos publicitarios, listas de ingredientes, prospectos de medicamentos… 

Letras y frases que no se han concebido como “lectura” sino por su función utilitaria y que, por ello, caen en aberraciones fruto de traducciones descuidadas - ejemplo encontrado en una caja de puré de patata cuya lista de ingredientes citaba “una cucharadita de sol”-, despistes sin importancia y prioridades olvidadas.  – y en ocasiones debido a confusiones de vocales en las que la “o” pasa a ser una “a” y da lugar a ejemplos como “bolitas de polla frita” o “recibidor de madera con cojones de bambú”.

Desde bombones hechos de leche y tuercas, tés con saliva y cunas que aconsejan atar un colegio de abogados cerca del bebé. Casos en los que la letra pequeña del prospecto de algún medicamento incita más a no tomarlo que ha hacerlo, puesto ¿qué lógica tiene que en el prospecto de un medicamento para bebes lactantes se detalle “no consumir bajo los efectos del alcohol”?


El origen de este peculiar síndrome de Diógenes está en una bolsita de plástico de cacahuetes del McDonals en la que leyó “Puede contener cacahuetes”  algo tan lógico como uno de los ingredientes que descubrió en una salsa barbacoa  “… tiene aroma de humo”.


Por el momento, los medios extranjeros ya se han hecho eco de este “catálogo de los horrores”, que es como Piedrahita llama a su colección de letra pequeña. Marcos Mundstock,  uno de los componentes del legendario grupo “Les Luthiers”, además de escribir el prólogo del libro, ha recopilado algunos titulares que hacen referencia a este libro y traducido siguiendo la lógica encontrada en la letra pequeña.

Absurdos y despropósitos tan reales como la vida misma, la letra pequeña crea adicción y Luis es consciente de eso puesto que no solo mostró a los presentes algunos de los objetos que protagonizan este libro (en torno a unos 100 casos), sino que confesó almacenar en casa alrededor de unos 500 ejemplos, ¿habrá “El castellano es un idioma loable lo hable quien lo hable 2.0”?

Por Cristina Hernández Polo

Publicar un comentario

0 Comentarios